como espia,
meditando desvelada
en pasillos de vinil decadencia
M E M O R I A
Huerfana resentinda y sin pena
vagabuendea, con su alma quejumbrosa
como odiando
como el verso caido y lleno
cargando el dolor humano
Atravieso el parnaso fingido,
y la noches ya no es noche
pero no hay nada en su lugar,
( sinestesia )
solo corre el viento
y mi corazon
hace sonidos de erudicion
Eolo.
Tiene la mente inquieta y padece de languidez
sube los escalones lentos
y llega a la cuspide
como titere fertil
se lanza
y despierto.
Nunca llegó la noche
esperose sola para vivir
Me ha gustado mucho tu poema, aunque podríamos hablar más detenidamente en otro momento sobre ciertas cuestiones que me han asaltado al leerlo.
ResponderEliminarTe dejo uno propio, espero que te guste.
La electricidad te hace llorar lágrimas
eléctricas.
La luna no puede perdonarte
brilla en el sueño
como una herida abierta
la luna
la luna del sueño
se
vierte
vierte sobre tu cuello
tu cuello largo
tu cuello
largo como expirar
sepultado de alquitrán
hasta la mejilla del cielo.
Y en la mirada
en tierra
los ojos
los ojos rotos
los ojos rotos de occidente iluminan
la superficie nocturna
de ese ajado cuero limón,
piel pusilánime por que derrama
como la promesa de una fuente
que no puede cesar lamentándose
litros rojos de fiebre espesa,
cascada enorme de litros
encarnados, litros escarlata
en precipitación
sin cesar
litros rojos fluyentes como un manantial
de catástrofe,
empapando a su paso bermejo el manto de paño
que la vieja depositó entonces,
sobre la llanura yerma de las eras, aquel
cedazo oleoso añil, de brillantes luces cobre.
Y en la batalla
dos legiones de hombres libres
no cesan en combate
a bayoneta
sobre las dunas moradas
de tu boca
alborotando olas
de polvo almizclado,
palabras largas sin vocales
atraviesan los tímpanos,
esporas con garfios de porcelana
recogen a los vencidos,
tu espíritu huele a estiercol.
Y en la colina
sopla poniente
espigas doradas contra tu pecho,
sobre el paisaje vitral
marrón-violáceo
de un mar de carne fría,
mar retorcido y salvaje
por alcanzar el horizonte,
mientras lejana
en el rumor ocre de la marea plástica
crece una pieza musical,
venciendo la línea vertical de espuma
elástica
entre las ramas de la voz femenina,
un coro de voces tenores reclama,
-¡Sumérgete, vida mía...!
Cuando te veas como eres, ha de parecerte natural que te desprecien
ResponderEliminarEstimado Cain:
Muchas gracias por las palabras. Me ha gustado tu poema, y me trae reminiscencias de oriente, de batallas en el sahara, de Lawrence de Arabia. Estoy disupuesto a a conversar contigo de lo que quieras. Dejame preguntarte : como es que llegaste a mi blog? es practicamente desconocido. Saludos. Gabriel.
P.D. : A mi poema le falta edicion .